La Basílica de San Rufillo

La Basílica de San Rufillo

La Basílica de San Rufillo, protector de la ciudad

La iglesia está dedicada a San Rufillo, primer Obispo de la Diócesis de Forlimpopoli, que vivió en el siglo IV d.C., protector de la ciudad. La fase de construcción más antigua de la iglesia se remonta al periodo entre los siglos VI y VIII-IX d.C.; desde el siglo X hasta la segunda mitad del siglo XIV, la abadía fue encargada a una comunidad de monjes benedictinos, para pasar luego bajo la jurisdicción del Capítulo de San Pedro de Roma. La primera sustancial transformación del complejo eclesiástico debería situarse en la segunda mitad del siglo XV. Pero la abadía fue ampliada y renovada según el estilo neoclásico entre 1819 y 1821, según el proyecto del arquitecto forlivés Luigi Mirri. La iglesia conserva un patrimonio artístico de gran valor: los dos sepulcros del siglo XVI, en piedra de Istria, de Brunoro I y Brunoro II Zampeschi, señores de Forlimpópoli, que hoy se encuentran en el pronaos de acceso al templo; en el interior, hay pinturas del pintor de Ravenna Luca Longhi, del forlivés Francesco Menzocchi, del boloñés Giuseppe Marchetti y del forlimpopolés Paolo Bacchetti. En el exterior, en la base del bonito campanario de estilo lombardo (1521), se encuentra amurallada la cabeza de un león de mármol de la época de los romanos. En 1964 fueron devueltos a la ciudad los restos del primer obispo Rufillo que, en 1361, por voluntad del cardenal Egidio Albornoz, habían sido trasladados a la cercana ciudad de Forlí. En 1999 la iglesia recibió el título de “basílica menor”.

SB

(photo Gabriella Fabbri)